jueves, 31 de enero de 2008

Cuando se cometan errores

Puesto que todos somos imperfectos, cometemos errores. Pero en vez de exagerar las faltas del cónyuge, ¿por qué no obedecer el siguiente consejo sabio?: "Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una multitud de pecados". Cuando se trata de faltas de poca importancia, lo mejor es olvidarlas, pasarlas por alto, y lo mismo puede decirse de otras más graves. Se recomienda: "Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Pero, además de todas estas cosas, vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión".

Aunque la institución matrimonial ha sido blanco de ataques en años recientes, existirá siempre porque Dios la fundó y todo lo que él decreta es "muy bueno". Así que no pasará de moda. Continuará habiendo matrimonios felices, sobre todo entre quienes respetan y obedecen los mandatos divinos. ¿Cumplirán ambos cónyuges el voto efectuado el día de la boda con el que se comprometieron a amarse y cuidarse mutuamente? No cabe duda de que llevarlo a cabo puede resultar un desafío. Quienes lo acepten, tendrán que luchar para vencerlo, pero los resultados harán que merezca la pena el esfuerzo.

Proliferan las familias monoparentales

Por toda Europa, esta actitud ha dado paso a un rápido incremento de madres solteras. Algunas de ellas son adolescentes que piensan que un embarazo imprevisto no es una equivocación. Otras son mujeres que desean criar solas a sus hijos. Casi todas cohabitan con el padre durante un tiempo, sin ninguna intención de casarse. La revista Newsweek publicó el año pasado un tema de portada con el título "¿Ha muerto el matrimonio?". Indicó que el porcentaje de nacimientos fuera del matrimonio está proliferando en Europa, y que a nadie parece importarle. Suecia encabezaría la lista, con la mitad de todos los bebés nacidos de padres no casados. En Dinamarca y Noruega se acercan a la mitad, y en Francia e Inglaterra, aproximadamente 1 de cada 3.

En Estados Unidos, las familias con ambos padres han disminuido de forma espectacular en las últimas décadas. Un informe señala: "En 1960, [...] el 9% de los niños vivía en hogares monoparentales. Para 1990, la cantidad se había disparado al 25%. Hoy en día, el 27,1% de todos los niños estadounidenses nacen en hogares con un solo progenitor, y el porcentaje está aumentando. [...] Desde 1970, el número de familias monoparentales ha ascendido a más del doble. Actualmente, la familia convencional se halla tan amenazada que, según algunos investigadores, podría estar en vías de extinción".

Cada vez hay más familias con un solo progenitor en los países donde la Iglesia Católica ha perdido gran parte de su autoridad moral. En Italia, los casos en los que la madre, el padre y los hijos viven juntos son menos de la mitad, y las parejas sin hijos y los hogares monoparentales están reemplazando a la familia tradicional.

El programa de prestaciones sociales de algunos países en realidad disuade a la gente de casarse. Las madres solteras que reciben ayuda estatal, la perderían si se casaran. En Dinamarca se benefician de un subsidio suplementario para el cuidado del niño, y en algunas comunidades, las madres menores de edad perciben un salario extra y el pago del alquiler. Como se ve, hay dinero de por medio. Alf B. Svensson afirma que un divorcio cuesta a los contribuyentes suecos entre 250.000 y 375.000 dólares en subsidios, prestaciones por alojamiento y asistencia social.
Parece que las confesiones de la cristiandad hacen poco o no hacen nada para invertir esta tendencia devastadora para las familias. Muchos pastores y clérigos están batallando con sus propias crisis familiares, por lo que se sienten incapaces de ayudar a los demás. Parece que algunos incluso defienden el divorcio. El periódico Aftonbladet señaló en su número del 15 de abril de 1996, que el pastor Steven Allen, de Bradford (Inglaterra), ideó una ceremonia especial de divorcio que a su juicio podría adoptarse como acto oficial en todas las iglesias británicas. "Es un servicio curativo para ayudarles a que acepten lo que les ha pasado. Les ayuda a comprender que Dios aún los ama y les alivia el dolor."

Por tanto, ¿adónde se dirige la institución familiar? ¿Cabe esperar que perdure? ¿Pueden conservar las familias la unidad ante amenazas tan enormes?

¿Qué peligros la amenazan?

En muchos países, los motivos para un divorcio legal son el adulterio, la crueldad física o mental, el abandono, el alcoholismo, la impotencia, la demencia, la bigamia y la drogodependencia, entre otros. Sin embargo, una razón más generalizada es que la actitud fundamental hacia el matrimonio y la familia tradicional ha sufrido un cambio radical, sobre todo en las últimas décadas. Se ha erosionado el respeto a una institución que por mucho tiempo se consideró sagrada. Los ambiciosos productores de música, películas, telenovelas y literatura de masas han ensalzado el llamado amor libre, la inmoralidad, la conducta relajada y un modo de vida egocéntrico. Han propagado una cultura que ensucia la mente y el corazón de jóvenes y mayores por igual.

En 1996, una encuesta indicó que el 22% de los estadounidenses opinan que en ocasiones una aventura extramarital beneficia al matrimonio. Un número especial de Aftonbladet, uno de los rotativos de mayor tirada de Suecia, animó a las mujeres a divorciarse porque "solo podía irles mejor". Algunos psicólogos y antropólogos sociales incluso han especulado que la evolución ha "programado" al hombre para cambiar de pareja cada pocos años. En otras palabras, dicen que las aventuras extramaritales y los divorcios son naturales. Otros han llegado al extremo de defender que el divorcio de los padres puede beneficiar a los hijos, pues los prepara para que un día superen su propio divorcio.

Muchos jóvenes ya no desean una vida de familia convencional: el padre, la madre y los hijos. "No concibo toda mi vida con la misma persona", es una opinión popular. "El matrimonio es como la Navidad: solo un cuento de hadas. Simplemente no creo en él", comentó un joven danés de 18 años. "El sentimiento es: ¿por qué molestarse en vivir [con hombres] para lavarles los calcetines? —dijo Noreen Byrne, del Consejo Nacional de Mujeres de Irlanda—. Basta con salir a divertirse con ellos [...] muchas mujeres están decidiendo que no necesitan de un hombre para sobrevivir."

miércoles, 30 de enero de 2008

Claves para un buen matrimonio

Quienes estén pensando en casarse deben examinar detenidamente las creencias, metas, actitud y disposición de su futuro cónyuge.

Al efectuar los preparativos de la boda, tienen que imperar la bondad, la consideración y el espíritu de cooperación. Estas cualidades serán incluso más importantes después de la ceremonia, pues contribuirán a que el matrimonio sea feliz. Aunque las parejas se casan enamoradas, después de la boda tendrán que recordar a diario que el amor "no busca sus propios intereses". Si obedecen la ley del amor constantemente año tras año, este ‘nunca les fallará’.

No es fácil seguir manifestando tales atributos. La clave para lograrlo es amar al cónyuge y estar dispuesto a sacrificarse.

Una mera unión física no garantiza que las parejas estén unidas en sentido emocional ni que compartan el mismo modo de pensar. Para que las relaciones sexuales satisfagan a ambos plenamente, tiene que haber también una unión sentimental y metas comunes. En la mayoría de los casos, la felicidad conyugal tiene un precio: hay que sacrificarse por la otra persona. Ahora bien, ¿quién debe hacerlo? ¿El hombre, o la mujer?